Tierra de campo llano y frío, sus asados se codician entre los mejores manjares y el cordero se ha convertido en seña de identidad de un territorio que marida con dos denominaciones vinícolas: Ribera de Duero y Arlanza
Paradilla 143: «Mimamos el cordero desde antes de nacer»
Descartemos las fechas navideñas para ir a comer a este local, ya que tienen tanto trabajo dispensando sus lechazos en crudo, que han de cerrar las puertas del asador durante estas fechas. En Paradilla 143 se están orgullosos de criar «uno de los cinco mejores lechazos del mundo» y de distribuirlo a los restaurantes «que visita frecuentemente la Casa Real». «Nuestros lechazos engordan 350 gramos a base, tan solo, de leche materna», revela su dueño, Eduardo Abad, quien define esta carne como jugosa y tierna. «No llega a tener el sabor más fuerte del cordero, al no haberse alimentado de pasto, por lo que su sabor es excelente», asegura. En este criadero gustan de engordar a sus corderos hasta los 11 kilos de peso, «aunque sean algo más grandes, su carne es igual de tierna y disfrutamos de mayor tajada», apunta el dueño.
Si saliva la boca del lector con la mención de la carne, apuntamos que en ‘La Casa del Yogur’, en Llodio, podemos encontrar cuartos de lechazo de Paradilla 143 envasados al vacío. «Tan sencillo como poner el horno a 200 grados, repartir sobre el lechazo la bolsa de salsa y controlar que adquiera el color dorado», asegura su dueño.
Paseo Ángel Herranz ‘El Alforjillas’ s/n, Pardilla. (Aranda de Duero)